“Los educo como mi madre nos formó, en familia. Más no sé.”


Durante el año pasado fuimos descubriendo cómo Don Bosco se sintió enviado por Dios a los jóvenes, que eran para él su razón de ser, su misión. Ahora debemos descubrir qué les ofrecía a ellos: el evangelio de la alegría a través de la pedagogía de la bondad, tal su programa educativo y su método pedagógico.
A partir de la invitación del Rector Mayor, Don Pascual Chávez, la Familia Salesiana de Argentina adoptó para este año 2013 el lema «Estén siempre alegres». “Es muy cercano a mi corazón compartir con ustedes el empeño y dedicación por contemplar a Don Bosco educador y ofrecer a los jóvenes el Evangelio de la alegría a través de la Pedagogía de la Bondad”, dice el Rector Mayor al iniciar este segundo año del trienio de preparación al Bicentenario del Nacimiento. 

Dios de la Alegría
Por cierto, el gran compromiso de la Consigna de 2013 para la Familia Salesiana es el ‘Evangelio de la alegría’, que caracteriza toda la historia de Don Bosco y es el alma de sus múltiples obras. «En Jesús de Nazaret Dios se ha revelado como el “Dios de la alegría” (San Francisco de Sales) y el Evangelio es una “alegre noticia” que comienza con las “Bienaventuranzas”, participación de los hombres en la santidad misma de Dios. Se trata de un don no superficial sino profundo porque la alegría, más que sentimiento efímero, es una energía interior que resiste también las dificultades de la vida. Recuerda San Pablo: “Estoy lleno 
de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Cor 7,4). En este sentido la alegría que sentimos es un don pascual, anticipo de la alegría plena de la que gozaremos en la eternidad.
Don Bosco captó el deseo de felicidad de los jóvenes y tradujo su alegría de vivir en los lenguajes de la alegría, del patio y de la fiesta; pero no dejó nunca de señalar a Dios como fuente de la alegría verdadera.
En la escuela de Don Bosco, porque se confía totalmente al “Dios de la alegría” y testimonia en obras y en palabras el “Evangelio de la alegría”, el discípulo de Don Bosco está siempre alegre. Difunde esa alegría y sabe educar en la alegría de la vida cristiana y en el sentido de la fiesta, recordando la llamada de San Pablo: “Estén siempre alegres en el Señor; se los repito: estén alegres” (Flp 4,4)».

Alegres como niños
En efecto, el estilo educativo practicado en Valdocco, y hoy difundido en todo el mundo, tiene sus raíces en la infancia de Don Bosco, caracterizada por el ambiente campesino austero y fuerte de I Becchi y, sobre todo, por las personas que estaban a su lado. Don Bosco llegó a decir: “Me preguntan cómo educo a los muchachos. Yo los oriento como mi madre nos formaba a nosotros en familia. Más no sé”.
Fue Mamá Margarita la primera y gran educadora de Don Bosco. Quedó viuda, supo dar a sus hijos el amor exigente de un padre y el amor dulce y gratuito de una madre. 
De ella Don Bosco aprendió los valores y actitudes que practicó con sus muchachos y, con el discurrir de los años, dejó a los Salesianos, convirtiéndose en las bases de su pedagogía:
Una presencia activa. La asistencia salesiana no es una mera acción de vigilancia; es una presencia que hace sentir al muchacho que se le quiere; que comparte con él el gusto de trabajar y de crecer juntos haciéndole protagonista. 
El trabajo cotidiano. Educado con la experiencia del trabajo del campo en las tierras de I Becchi y de los Moglia, a Don Bosco le gustaba decir a sus muchachos: “Un muchacho perezoso será siempre un borrico”, “El que no se acostumbra al trabajo de joven, es seguro que será siempre un vago hasta la vejez”. En Valdocco estaba estigmatizada la pereza y el trabajo se alternaba con la oración, el juego y el aprendizaje.
El sentido de Dios. Mamá Margarita fue para Juanito también una catequista: lo preparó para el sacramento de la confesión y para la primera comunión y, sobre todo, le enseñó a saber leer la presencia de Dios en lo cotidiano, en la creación, en los acontecimientos gozosos y tristes de la vida. Mirando su generosidad con los más pobres y necesitados, el futuro sacerdote maduró una piedad religiosa en disposición de transformarse en el momento oportuno en caridad concreta, sencilla y genuina.
La razón como sinónimo de diálogo. La sabiduría campesina daba al término “razonamos” diferentes valores; se usaba en vez de dialogar, de explicarse, de llegar a una decisión común, tomada sin que nadie quisiese imponer su punto de vista. Don Bosco hizo después del término “razón” una de las columnas soporte de su método educativo. En esta perspectiva el diálogo entre Domingo Savio y Don Bosco es un verdadero pacto educativo que condujo al joven santo a un compromiso: “Por tanto yo soy el paño; sea usted el sastre; lléveme con usted y hará un bonito vestido para el Señor”.•

"Boletín Salesiano Nº690, Pág.18, marzo 2013, Argentina"

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