Noches de Caridad

Es una propuesta muy sencilla pero al mismo tiempo muy provocadora y que nos hace replantearnos mucho de lo que hacemos, decimos y vivimos: cada 15 días nos juntamos como una verdadera comunidad alumn@s, docentes, papás y mamás en el comedor de la escuela para preparar las cenas que después repartiremos a la gente que vive o está por algún motivo en la calle.

Queremos contarles, por este medio, que el viernes realizamos nuestra primera experiencia del año.

La primera reflexión que nos surge es la necesidad de encontrar un nombre más apropiado, aunque esté instalado el de las “Noches de la Caridad”: la idea de caridad puede dar a entender un sentido cercano a la limosna. Una especie de mano que da de un modo desigual. La “Noche de la Caridad” es, en realidad, la noche de la compasión, la noche de la ternura, la noche del encuentro con el otro en cuanto otro, la noche de la de la fiesta joven que se contagia en el armado de las viandas, en la oración de los más chiquitos. En donde no faltan - porque la vida se teje con todo - risas, preguntas, trabajo, reflexión, oración, silencios y ganas, muchas, pero muchas ganas, de estar al lado, unos con otros, compartiendo un jugo, un caldo, mate cocido y algún sándwich o galletitas.

¿Quiénes están en la calle? ¿Quiénes estamos en la calle?

Por lo general la gente en la calle está “tirada”. Un símbolo del no ser. De la indiferencia y la impotencia. Al vernos algunos se ponen de pie y se acercan. No es sólo por la comida. Hay una especie de gozo por el reconocimiento de la persona, por el trato cariñoso. “Es muy bueno esto que hacen” nos decía un muchachito que no pasaría de los 18 años y en donde costaba reconocer la vida y la alegría de los jóvenes. Esa noche, a lo mejor, al irse a dormir al banco de la plazoleta enfrente al Sagrado Corazón, habrá pensado que un chico o una chica casi de su misma edad lo tuvo en cuenta. Esa noche muchos de nosotros nos fuimos a dormir con sus ojos grabados en los nuestros, agradecidos porque nos permitió entrar en su casi vida.

Los cartoneros están de pie quizás porque los mueve el trabajo que realizan.

Otros juegan al ajedrez y recuerdan cuando venían al oratorio del Sanfra los sábados, otros limpian vidrios en las esquinas y con mucho cariño nos ofrecen cambio en monedas porque “vió, don, no se consiguen en ninguna parte”. Están también los que hacen música. Conocimos a los chicos de “Mucha Madera” un grupo de percusión que ensaya en el Parque Rivadavia. “¡Búsquennos en facebook!”, decía uno que parecía ser el que llevaba el “parche” cantante. Nos regalaron su arte y su talento mientras dentro nuestro crecían otros ruidos. Por ejemplo el que nos dejaba haber conocido a Samantha con sus 22 añitos y una vida que crece y se gesta en su vientre desde hace ya más de seis meses. Si las cosas no cambian para ella y su pareja – y en eso también tendremos que ver nosotros – la cunita que recibirá a esta vida recién estrenada será una lona detrás de la calesita del Parque Rivadavia.

El año pasado participaron muchos papás. Suponemos que volverán con todo la próxima salida. Queremos agradecerles especialmente al grupo de mamás que nos ayudó a ser posible esta experiencia. No se si les gustará que las nombremos… ¡por puro pudor, nada más! Así que las ponemos en las manos del Dios que ve en lo profundo y en lo secreto de cada existencia y cada corazón. También a los docentes que asumen este espacio de compromiso con la educación de los chic@s.
De un modo especial, porque es una obligación de la conciencia ser agradecid@s, sabemos que es invalorable la ayuda que nos dan la gente de la panadería “Sudamérica” con sus donaciones. Realmente sin ellos no podríamos salir.

Para todos aquellos que recién ahora se están enterando y les gustaría participar le contamos que:

*- La experiencia se encuadra dándole sentido a lo que hacemos y reflexionando nuestro hacer:

- Es una función de la escuela ponernos en situación de encuentro con los más pobres.
- Es una responsabilidad de los que más tenemos hacia los más vulnerables de nuestra Ciudad.
- Es una exigencia que nace de nuestra fe en Jesús. El evangelio que él nos propone nos lleva a estar ahí donde la vida es menos humana y el rostro personal de la miseria y del dolor esperan la “Buena Nueva” de la Vida. Esa vida nueva que nuestros chic@s sobre todo saben compartir con sus sonrisas, su alegría y sus jóvenes ganas de hacer algo para que el mundo sea un poquito mejor.
- Es una urgencia de nuestra identidad salesiana. También como Don Bosco, queremos salir a las calles a compartir nuestro corazón oratoriano con los más pobres, especialmente los jóvenes y los niños y niñas.

El grupo camina acompañado por referentes adultos llevando los termos y las cenas por dos recorridos:
- Uno va desde Castro Barros por Rivadavia hasta Acoyte, regresando por Rosario, Muñiz e Hipólito Irigoyen hasta el colegio.
- Otro va desde Colombres por Rivadavia hasta la estación de tren en el andén de la Pza. Miserere, recorre la Plaza y regresa por Rivadavia, Castro Barros, Hipólito Irigoyen hasta el colegio.

ESTÁN TOD@S INVITADOS.
Los chicos más chicos 1º - 2º del secundario deberán ser retirados por sus papás por el portón de Yapeyú alrededor de las 23,30hs.

Las próximas serán: 6/5; 20/5; 3/6; 17/6; 1/7; 15/7.
A los que participen les pedimos que traigan termos (nunca alcanzan) y también alimentos para preparar las viandas (tampoco alcanza todo lo que juntamos).

PARA SOSTENER ESTA EXPERIENCIA NECESITAMOS LA AYUDA DE TODOS CON:

Caldos de verdura. Vitina. Jugos en sobre o botella para diluir. Yerba. Azúcar. Galletitas dulces.
Jamón – paleta. Queso. Tartas. Empanadas. Sándwiches. Pizzas. Pan.

Si el “Me quedo con vos” es una decisión que nace desde lo más profundo de nosotr@s y toma cuerpo en una decisión de ver y experimentar a Jesús en los más pobres, esta propuesta puede ser una alternativa. Un abrazo y nos estamos encontrando…

Sandro Rojas
(Encargado de Formación Pastoral SFS).

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